20 ago 2011

DEBEMOS DE SABER CUANDO HAY QUE DECIR !AMEN!


La palabra "amén" quiere decir: <así sea>.

Una vez fuí de visita a una iglesia y el Pastor estaba mencionando a muchos hermanos de su congregación que se "habían enfriado" y ya no llegaban con regularidad a la iglesia, y como nunca falta un hermano chismoso, alguien le había dicho al Pastor, que estos hermanitos ya no llegaban a la iglesia porque andaban "en el mundial". Para los que no entienden esta frase: Se habían vuelto al mundo.

El Pastor, poniéndole emoción al asunto dijo: Estos hermanos, no saben lo que están arriesgando, el diablo los va agarrar y los va atacar con enfermedades... -y los hermanos gritaban: !Amén!... El Pastor seguía: ...con accidentes, .. y los hermanos contestando !Amén!. El Pastor seguía: ....con problemas familiares... y la congregación repetía !Amén!... etc. Ellos estaban declarando ASI SEA, que los acabe el diablo, que los destroce, que destruya sus hogares, que se maten en un accidente, etc. Esto era lo que los hermanos ignorantemente conjuraban cuando decían AMEN.-

Esta misma experiencia la he vivido en muchas iglesias en donde por ignorancia dicen AMEN, sin analizar el por qué.-

Esto me recuerda una anécdota de un misionero evangélico que para internarse en las montañas de un lugar, tuvo que conseguir un caballo para el viaje. El dueño del caballo, que era cristiano, había educado al animal "cristianamente" y le dio las intrucciones al misionero diciéndole: Si usted le dice al penco <Aleluya>, comenzará a caminar, si le dice <Gloria a Dios> caminará más rápido y si le dice <AMEN>, dará un salto y comenzará a correr. pero cuando quiera que el animal se detenga dígale <EBENEZER> y se detendrá.-

El misionero emprendió su viaje montando al caballo y diciéndole: : <Aleluya> y el penco comenzó a caminar, minutos más tarde el misionero pensó: -A este paso no voy a llegar nunca- y le dijo al caballo: <Gloria a Dios>, y el animal aceleró el paso. Al rato quiso apurarlo más y le dijo: <AMEN>, pero no se percató de que estaba cerca de un gran precipicio, barranco, despeñadero y el caballo dio un gran salto y comenzó a correr; el misionero iba más asustado que <una gallina en Etiopía>.

Lo peor de todo es que se le había olvidado la palabra que hacía que el caballo se detuviera. El le decía: <MARANATA>, <ANATEMA>. <ALABAHAYA>, y todas las palabras que se le venían a la mente, pero el caballo no se detenía, finalmente, ya al borde del precipicio, se acordó de la palabra y dijo <EBENEZER>, e inmediatamente el penco se detuvo, justo en la mera orilla de aquel enorme barranco.

El misionero con los ojos casi de fuera por el terror se quitó el sombrero y dijo para sí, calladito: !Aleluya, Gloria a Dios, pero se emocionó tanto que gritó !Amén! y para que les cuento el final. !DIJO AMEN CUANDO NO DEBIO!

Para no ser tan cruel el final de la historia, cuando el penco oyó la palabra <Amén> dio un salto y tumbó al misionero que milagrosamente pudo salvar la vida, no así el pobre caballo que fue a parar al fondo del precipicio. Entonces el misionero agradecido con el Señor dijo: !Aleluya! !Gloria a Dios! !Amén!

¿Que aprendimos con esto? Que debemos de saber, cuando hay que decir !Amén!.-

!LA PAZ DE CRISTO!
 

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