14 ago 2011

LA LEY DE LA SIEMBRA Y LA COSECHA


 La siembra y la cosecha es una regla de la naturaleza implantada por el Altísimo desde los primeros días en el Edén. Esta Ley dice: El que no siembra no cosecha, Por muy poco conocimiento que tenga una persona acerca de la agricultura, no puede esperar que recogerá tomates si siembra cebollas, o que si siembra frijoles, cosechará piñas, "...pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”. [Gálatas 6:7]. La cosecha del agricultor es exactamente, en mayor o menor escala, el resultado o producto de lo que sembró.

En la vida de todo ser humano es igual, se cumple inexorablemente estos mismos principios: Si siembras amor recogerás amor, si siembras odio, recogerás odio, si siembras miseria, cosecharás miseria, si siembras vientos cosecharás tempestades, si siembras violencia, cosecharás lo mismo, si siembras misericordia cosecharás misericordia, etc.-

El Señor Jesucristo hizo referencia a esta Ley diciendo: “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir". Lucas 6:38.-

Fijémonos en el orden de las palabras del Señor: Primero dice, DAD y después dice, Y SE OS DARA. El Señor Jesús no nos está diciendo que hay que pedir o esperar a que alguien nos dé primero, para que después podamos dar nosotros. Es imposible obtener una COSECHA si antes no se siembra la semilla.

¿Y a quienes debemos de dar? La respuesta a esta pregunta está en la Biblia. Pablo dice que primeramente está nuestra familia; “porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo”. 1 Timoteo 5:8.-

Segundo, debemos de dar a nuestros hermanos en la FE, que están pasando por momentos difíciles, y no decirles simplemente que vamos a –orar- o que estamos orando por ellos. Vamos a ir “orando y colaborando”.

En el Libro de Los Hechos 2:44-45, podemos leer que "“Todos los que habían creído estaban juntos, y <tenían en común todas las cosas>; y <vendían sus propiedades> y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno. Esta práctica fue exitosa durante los primeros años de la Iglesia primitiva.

Que tiempos más lindos y más sanos fueron aquellos aunque estuvieran llenos de peligros. Ahora ya no es así, los feligreses se han acomodado en sus asientos. escuchando lo que les gusta oír y no lo que Dios realmente quiere decirles y junto a muchos de sus ministros, confiados en sus laureles, con una respetable economía, se han olvidado de los pobres.

Cuando Pablo y Bernabé subieron a Jerusalén, les expusieron a los demás apóstoles todo lo que habían hecho hasta ese momento como evangelistas; y Jacobo, Cefas y Juan les dieron la mano diciéndoles que todo estaba bien, pero que <no se olvidaran de los pobres>. Gálatas 2:1-10. Después de eso Pablo escribió: "...según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe". Gálatas 6:8.-

Pero también tenemos la oportunidad y obligación de sostener económicamente a nuestros ministerios, acuérdate que en el lugar donde te congregas, hay que pagar la luz, el agua, el alquiler, la guitarra, el piano, la batería, etc. Esto no es gratuito.

Pablo dice: “El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará”. Naturalmente, todo buen sembrador, antes de plantar la semilla, analiza primero si la tierra es buena para sembrar, porque solo a un tonto se le ocurrirá sembrar en tierra árida, no apta para la siembra.

Pablo continúa diciendo.... "Cada uno <dé como propuso en su corazón>: no con tristeza, ni por necesidad, porque <Dios ama al dador alegre>. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, <abundéis para toda buena obra>.....2 Corintios 9:6-10.-

Debemos, pues, ser sembradores y segadores. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo <segaremos>, si no desmayamos. Gálatas 6:9.- ¡Gracias a Dios por su don inefable!

¡LA PAZ DE CRISTO!
 

By Juan F. Roa

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